TEMA 17: LA GUERRA DE LOS TREINTA AÑOS Y LA PÉRDIDA DE LA HEGEMONÍA ESPAÑOLA EN EUROPA
Tras un periodo de paz exterior fruto de la política pacifista de Felipe III (Tregua de los doce años con los Países Bajos e Inglaterra), su sucesor, Felipe IV, reinicia la guerra con los Países Bajos y se implica de lleno en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648). Ambos conflictos estuvieron relacionados. La Guerra de los Treinta Años comenzó siendo una contienda entre los príncipes protestantes alemanes y el Emperador de Austria. El conflicto se extendió cuando España decidió participar al lado del emperador. El temor de Francia a una posible hegemonía de los Habsburgo la impulsó a apoyar a los protestantes, éstos apoyados a su vez por daneses y suecos. La cuestión religiosa acabó siendo una excusa ya que lo que se jugaba era el orden internacional y todos los conflictos fueron integrados en esta contienda.
La intervención francesa provocó el descalabro español, cuya fuerza
estaba mermada por las sublevaciones de Cataluña y Portugal. Los desastres del
ejército español en las batallas de las Dunas (1639) y Rocroi (1643) marcaron
el declive del poderío militar de España en Europa. La firma de la paz de
Westfalia (1648) puso fin al conflicto y marcó el fin de la hegemonía de los
Habsburgo en sus dos ramas, la austriaca y la española. Felipe IV reconoció la independencia
de Holanda.
Francia y España mantendrán la guerra en solitario hasta la Paz de los
Pirineos (1659). La monarquía española cedió a Francia los territorios del
Rosellón y la Cerdaña. La supremacía francesa se materializa. La guerra dejó
arruinada a España, que posteriormente perderá a manos de los franceses otras
posesiones como el Franco Condado y algunas plazas flamencas.
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