LA BATALLA DE EURIMEDONTE
Ante la
formación de dicha coalición, el rey persa Artajerjes, comenzó a reunir una
flota en la ciudad de Aspendo, cercana al río Eurimedonte. Debido a la
posibilidad de una inminente invasión de las ciudades griegas de Asia Menor, Cimón
fue el encargado de defender la Liga. El ateniense partió desde Bizancio junto
con su flota y, tras asegurarse la conexión entre El Pireo y la Calcídica, se
dirigió hasta la ciudad de Cnido, desde donde convencería a las ciudades
griegas de Caria y Licia a rebelarse
contras los persas. La última ciudad que anexionó a la causa fue Fasélide (la
cual fue sumada la fuerza). Desde allí se dispuso a Atacar a las tropas de
Artajerjes en Aspendo.
Los persas,
liderados por el almirante Titraustes, presentaron batalla a las naves griegas
que se aproximaban a la desembocadura del río aprovechando la superioridad
numérica – mientras esperaban otras ochenta naves fenicias de Chipre -. Sim
embargo, los griegos lograron romper la línea enemiga. Los persas rápidamente retrocedieron y encallaron
sus barcos en las orillas del río y acudieron a un campamento cercano en busca
de ayuda.
Cimón,
astutamente, ordenó a un grupo de hoplitas vestirse al estilo persa y, tomando
sus naves, se hicieron pasar por los refuerzos chipriotas que esperaban. Los
persas cayeron en la trampa y los hoplitas disfrazados irrumpieron duramente en
el campamento enemigo, creando un gran caos. Posteriormente, el resto del
ejército de hoplitas atacó y derrotó al persa.
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