LA GUERRA DE LOS 100 AÑOS/ CAP.01: LA FRANCIA DEL S. XIV.


Las cuestiones que llevaron a los reinos de Francia e Inglaterra a enfrentarse durante toda la segunda mitad del siglo XIV y la primera del XV son complejas y subyacen en una enemistad continua que se puede remontar al mismo año de la conquista normanda de Inglaterra en el 1066. Lo cierto es que la existencia de territorios nominalmente adscritos al reino de Francia, pero bajo el gobierno de monarcas ingleses fue siempre motivo de pugna entre ambos reyes, los primeros por su voluntad de someter al debido vasallaje dichos territorios y los segundos por sus ansias de independencia y poder. Tal realidad no hizo sino empeorar en los tiempos del Imperio Angevino, en que las posesiones inglesas en el continente aumentaron considerablemente. Sin embargo, su caída había mermado estas regiones al occidente francés, concretamente a la Guyena, en la costa atlántica y con capital en Burdeos. La pérdida del resto de territorios sería vista siempre por los reyes ingleses como una deshonra que tratarían de enmendar reclamando lo que legítimamente entendían como suyo.

Por su parte, Francia estaba anclada en un sistema fuertemente feudal en el que el control regio era más nominal que de facto. Así, Francia no podía hacer frente a un estado más unitario como el de Inglaterra, el cual contaba con un ejército más o menos profesionalizado y un gobierno fuerte, a pesar de contar con una población mucho menor que el reino galo.

Con todo ello, sería la muerte del rey francés Carlos IV en 1328 el detonante último del conflicto, ya que sin descendencia directa se eligió como sucesor a su primo Felipe VI, primer rey de la dinastía Valois. Sin embargo, desde Inglaterra, Eduardo III reclamaría el trono parisino en tanto que era sobrino del difunto Carlos, viendo en ese momento la oportunidad de recuperar todos los territorios perdidos en tiempos de sus antepasados y restaurar el poder de los reyes ingleses sobre el reino franco. Los nobles franceses, poco proclives a nombrar un inglés como su rey, rechazaron la petición y es por ello ambos reinos entran en guerra, no siendo conscientes de que el conflicto se extendería por más de un siglo.


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