LA EXPEDICIÓN DE LOS DIEZ MIL

La expedición data del año 401 aC, tres años después de la derrota de Atenas en la guerra del Peloponeso. Los griegos llevaban casi un siglo haciendo la guerra, primero con los persas en las Guerras Médicas y luego entre ellos mismos a la guerra de Peloponeso. Esta larga época belicista provocó que los soldados, una vez terminada la guerra no quisieran volver a la vida civil y se ofrecieran como mercenarios. Siendo conocedor de este hecho, el sátrapa persa Ciro el Joven decidió contratar diez mil hoplitas provenientes de toda Grecia para añadirlos a su ejército y enfrentarse a su hermano, el rey persa Artajerjes II el que la había intentado asesinar meses antes. Ciro, prometiendo grandes recompensas, condujo a su ejército en el corazón del imperio persa para presentar combate y ascender al trono, finalmente la batalla entre los ejércitos de ambos hermanos tuvo lugar en la explanada de Cunaxa, a ochenta kilómetros de Babilonia, capital por entonces del imperio persa.

La batalla transcurrió a lo largo de toda una mañana y concluyó de forma estrepitosamente mala para todo el ejército del pretendiente al trono (Ciro incluso pereció en combate contra las fuerzas de Artajerjes) menos para el flanco de los impertérritos hoplitas, que a duras penas sufrieron bajas gracias a sus grandes escudos y sólidas formaciones (las famosas falanges), rechazando oleada tras oleada de infantería ligera persa.

Pero su epopeya no concluyó en este inédito logro: los vencedores y triunfantes griegos quedaron en ese momento expuestos a un enemigo distinto. Estaban lejos de sus casas, en pleno territorio enemigo y con unas líneas de suministro precarias en el mejor de los casos. En este volumen, Jenofonte narra cómo estos soldados regresan a sus casas utilizando cada método a su alcance en un largo viaje de 6.700 km llenos de peligros, enemigos y dificultades (que muchas veces llevaron a las deserciones y la dispersión de las tropas) y que menos de la mitad sobrevivió.