HISTORIA DE LA PAPIROFLEXIA
Lo que nosotros conocemos por papiroflexia y a lo que en casi todo el
resto del mundo denominan origamis, palabra derivada del japonés ori “doblar,
plegar” y kami “papel”, es de origen desconocido, aunque casi se puede tener
certeza de que es de procedencia nipón. El papel llegó a Japón en el 600 d.C.
desde China, donde había sido descu
bierto por lo menos con siete siglos de
anterioridad. La introducción se debe a los sacerdotes coreanos. Dos siglos más
tarde, el papel se plegaba y se moldeaba en distintas formas, como ornamento
durante las ceremonias religiosas. Parece que la papiroflexia era un pasatiempo
popular para los niños ya durante el siglo XVII. A partir de ese siglo ya
aparecen las primeras noticias referentes a adultos apasionados por este juego
y se habla, por ejemplo, de un comerciante de Asakusa, un barrio de Tokio, muy
hábil, durante ese período, en obtener figuras de plantas o animales
simplemente doblando hojas de papel.
Después de la Segunda Guerra mundial la papiroflexia se extendió
ampliamente por Occidente. Pero no podemos olvidar que un destacado personaje
de la cultura española, el gran filósofo Miguel de Unamuno, ya a principios del
siglo XX publicó un ensayo sobre los juegos con papel por los que mantuvo una
pasión durante toda la vida. Y, precisamente él, rector y catedrático de griego
en la Universidad de Salamanca, fue el creador del nombre papiroflexia que
nosotros hemos adoptado y tiene exactamente el mismo sentido que el nipón origami.
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