LA KATANA

El origen de la “katana”, una de las armas japonesas más célebres de la historia, data de inicios del s. VIII d. C. y que se caracterizaba por ser rectas y con un solo filo. Eran muestra del importante valor ritual de las armas, así como so
ciopolítico, as u vez que vinculadas al estatus social en una era en que el conflicto bélico iba de la mano de la política nacional. Paralelamente, el impacto de la cultura china se hace notar en el proceso evolutivo de la espada japonesa.

Su proceso de creación es arduo, lento y requiere de mucha técnica. Su curvatura única no se debe a que el arma se haya concebido así desde su creación, sino que se debe a cambios del acero en el momento de enfriarlo en agua con sales especiales, es decir, durante el proceso de endurecimiento. Pese a su gran dureza, su rigidez la hacía más frágil ante golpes directos de lo que se nos tiende a mostrar en las películas, y su facilidad para mellarse por el lado menos duro (pese a la resistencia del lado con filo).

La katana era utilizada principalmente para cortar, como se ha mencionado y, debido a su capacidad de producir heridas muy severas. Se la desenvaina con un movimiento axial de rotación (como se observa en la primera imagen), llevando el filo hacia arriba y se la puede blandir con una o dos manos (siendo esta última modalidad la tradicional).

Las espadas japonesas y otras armas cortantes eran fabricadas mediante un elaborado método de calentamiento reiterado, plegando y uniendo el metal. Esta práctica se originó debido al uso de metales altamente impuros.

La curvatura distintiva de la katana se debe, en parte, al trato diferencial durante el calentamiento al que es sometida. Al contrario que gran parte de las espadas producidas en otros lugares, los herreros japoneses no endurecen el sable completo; solamente el lado que posee filo. El proceso de endurecimiento hace que la punta del sable se contraiga menos que el acero sin tratar cuando se enfría, algo que ayuda al herrero a establecer la curvatura del sable.