LA CARTA MAGNA
En el año 1214, el rey Juan I de Inglaterra, conocido como Juan sin Tierra, intentó recuperar Normandía y Anjou frente al reino de Francia de Felipe II. Este último, tras vencer en la batalla de Bouvines, impidió al monarca inglés quedarse con Normandía en un tratado de paz que también incluía la devolución de Anjou y el pago de una indemnización.
Para hacer frente a las indemnizaciones y a los gastos de la fallida
campaña, Juan I creó nuevos impuestos y arrebató tierras sin impedimento
alguno. No fue hasta octubre que los barones, hartos del poder absoluto del
rey, recurrieron en Bury St Edmunds a las leyes antiguas de Enrique I para
denunciar que Juan I había incumplido dichas leyes y tradiciones. El rey se
negó a renunciar a ningún poder y tras otra fallida reunión en la primavera de
1215 en Stony Stratford estalló una sublevación de los barones.
Juan I, sin muchos apoyos, decidió ceder y se celebró una tercera
reunión en Runnymede el 15 de junio de 1215. Allí el monarca firmó la Carta
Magna, que, con 63 cláusulas, establecía una nueva tributación sólo con el
visto bueno de los barones, entre otras medidas. Sin embargo, lo más destacable
del tratado es lo referido a la justicia y a los ciudadanos libres, ya que
prohibía encarcelar o privar de sus tierras a estos excepto mediante un juicio
legal o la ley. Además, garantizaba los derechos de las personas libres a
poseer y heredar propiedades.
Apenas tres meses después de la firma el Papa Inocencio III, que
buscaba apoyos para una nueva Cruzada, liberó a Juan I de su juramento, lo que
desencadenaría en la primera guerra de los barones. Tras el fin de esta la Gran
Carta sufrió modificaciones y, finalmente, Enrique III la dividió en la Carta
Magna y la Carta Forestal en 1225, al tiempo que tomaba forma el parlamento
inglés.
Comentarios
Publicar un comentario