LA LEGIÓN PERDIDA DE CRASO
Nos remontamos a los tiempos del primer triunvirato romano, en tiempos
en que Julio César, Pompeyo y Craso compartían el máximo poder de la decadente
República Romana. Sería al último de éstos a quien se le encomendara la misión
de combatir a los partos, que amenazaban las regiones más orientales del
territorio romano. Fue en el año 53 a.C. en Carras, en la actual Turquía que el
total de 42.000 soldados romanos, siete legiones, que había convocado Craso
para su campaña serían derrotados firmemente por el Imperio Parto. El mismo
Craso perecería en la contienda, y más de 10.000 infantes serían tomados
prisioneros.
Es en este punto dónde la línea que separa historia y ficción se vuelve
difusa. Según historiadores como Plinio el Viejo, se llegó a deducir que,
aunque gran parte de los prisioneros tomados pasaron a ser esclavos o fueron
directamente ejecutados, hubo una parte de los legionarios, los más veteranos,
que fueron forzados a combatir en las fronteras más orientales del imperio
contra los hunos, allí se perdió cualquier rastro de ellos.
Sin embargo, el estadounidense Homer Hasenpflug Dubs afirmó en 1955
haber deducido el destino de dichos legionarios, que ahora se pasarían a llamar
la Legión Perdida. Basándose en las crónicas de la dinastía Han, el historiador
norteamericano encontró registros en los que las tropas chinas, en su guerra
contra los nómadas de las estepas se encontraron con un contingente militar
peculiar que defendía una ciudad. A dicho contingente se le atribuían las
doctrinas, armamento y aspecto de la de una legión romana. Tras la toma de la
ciudad, los “soldados extrangeros” fueron llevados a la provincia de Gansu,
para defender las fronteras de las invasiones provenientes del Tibet.
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