SISTEMA DE LA ENCOMIENDA


La llegada de los castellanos a América comparte rasgos con la llamada “Reconquista”: extensión de la fe católica, espíritu aventurero y expansión de la nueva frontera.  Este horizonte cultural es el que motivará a los colonizadores a atravesar el Atlántico. Pero probablemente, el objetivo primero era el enriquecimiento personal. Por derecho de conquista, los reyes de Castilla se convirtieron en propietarios de los descubrimientos y para recompensar a los conquistadores, concedieron mercedes a los nobles y órdenes eclesiásticas que participaban en el proceso. Éstas consistían en tierras en las que, además de la explotación de la propiedad se incluía la autoridad sobre sus pobladores y el derecho al cobro de impuestos en especie y en trabajo.

Así se exportó a América el sistema de la encomienda. Al beneficiario, denominado encomendero, se le asignaban un número de indígenas que estaban obligados al pago de servicios y tributo. El enlace entre el encomendero y los indígenas se hacía a través de un cacique local, que hacía las veces de recaudador. A cambio, el encomendero debía garantizar la protección, así como la educación y evangelización de los conquistados. La vocación religiosa fue un aspecto fundamental para la legitimación de la conquista por parte del Papa a los Reyes Católicos. Aunque los dictados políticos y económicos pesaron más, no hay que dudar de la sinceridad de los monarcas con respecto a su labor misionera.

La lógica cristiana era totalmente diferente de los intereses de los encomenderos. Mientras que los últimos solo veían en los colonizados unas gentes subordinadas a las que explotar, algunos miembros del clero se esforzaron en recordar que los indígenas eran seres humanos creados por Dios. Por tanto, como súbditos de la corona, merecían los mismos derechos que los españoles. Personajes como Fray Bernardino de Sahagún o Bartolomé de las Casas fueron clave en la aprobación de leyes que limitaban los abusos de la encomienda y defendían la situación de los indígenas.  Los Reyes Católicos, muy celosos de su autoridad, intentaron restringir el poder de la aristocracia. Por este motivo tuvieron especial cuidado en impedir la aparición de tendencias feudales en las que la encomienda fuera el origen de poderosas noblezas locales.

De este modo, la encomienda fue perdiendo importancia: su duración fue limitada, se abolió su carácter hereditario, se obligó al pago de un salario y se resolvió no hacer nuevas concesiones. La aplicación de estas medidas fue irregular. En muchos lugares levantó la oposición de los encomenderos, llegando a producirse auténticas revueltas. Por otra parte, la explotación continuó con otros aspectos. El estado empezó a controlar el trabajo de los indígenas, en el cual el salario era miserable. Por otra parte, con frecuencia era difícil garantizar que las regulaciones de las Leyes Nuevas se cumplieran.

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