LA BATALLA DE NOAIN (30 DE JUNIO DE 1521)
Asparrots, muy inferior en número, decidió atacar esa misma tarde para
sorprender a sus enemigos mientras montaban el campamento. Cometió varios
errores, como el de no esperar a los refuerzos que podían llegar, de Pamplona y
alrededores, y de Tafalla. Sabían que la situación era muy difícil, puesto que
la armada enviada por el emperador Carlos I les triplicaba en número.
La batalla empezó bien para los navarros, con los cañones diezmando la
infantería enemiga, pero la aparición del general Beaumont, por la retaguardia,
causó el pánico y sirvió para inutilizar la artillería, que fue capturada. Ante
lo apurado de la situación, el general Asparrots ordenó la carg
a de la, hasta
entonces, invencible caballería acorazada francesa, que se estrelló contra las
masas de picas españolas. En poco tiempo los franceses fueron diezmados, al
igual que la caballería ligera navarra y las milicias.
La batalla fue muy larga y sangrienta. Los navarros se rindieron, tras
sufrir un alto número de bajas y ser hecho prisionero el propio André de Foix,
tras luchar con bizarría, según crónicas, fue herido en la frente por un
mazazo, que le dejó ciego, y rindió su espada a Beaumont.
La de Noáin fue la única gran batalla campal en la guerra de Navarra, pero no fue la última. Los supervivientes se reorganizaron en la Baja Navarra en un ejército más modesto, y tomaron el Castillo de Maya y la ciudad de Fuenterrabía, donde se produjeron las dos últimas resistencias militares.
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