ENTRE CASTILLA Y GRANADA, UNA VIDA DE FRONTERA


La batalla de las Navas de Tolosa del 1212 supone para Castilla un avance sin precedentes ya que se hace con la mayor parte de al – Ándalus y en pocos años circunscribe la presencia islámica al reino de Granada, el cual comprende las actuales provincias de Granada, Málaga, Almería y Jaén. Sin embargo, este reino musulmán perdurará hasta el 1492 creando así durante más de 200 años una frontera que determinará un modo de vida.

La vida fronteriza no era extraña en la Península pues desde el siglo VIII viene siendo una constante el enfrentamiento entre el islam y los reinos cristianos, sin embargo, dicho estilo de vida no es, en absoluto, tan beligerante como a menudo creemos y, en realidad, la frontera fue un espacio permeable de relaciones entre ambos mundos.

No fue extraño que en los muchos conflictos civiles que sacudieron Castilla durante los siglos XIV y XV los musulmanes granadinos tomasen parte de uno u otro bando nobiliario, apoyando en muchos casos a bandos contrarios dependiendo de la zona de la frontera en la que se encontrase y atendiendo a pactos locales que en absoluto obedecían a una política general del reino. También son habituales las entradas de cristianos en los conflictos granadinos, con igual repercusión. No obstante, no se pueden pasar por alto los evidentes conflictos entre unos y otros y es que la tensión fue constante entre Castilla y Granada. Si bien la guerra declarada se contuvo y solo se llevó a efectos en contadas ocasiones, para los habitantes de la frontera, la paz no era sinónimo de tranquilidad pues las “cabalgadas” se instauraron como un medio de vida. Estas consistían en pequeñas razias o saqueos organizadas por grupos locales que se adentraban en suelo extranjero con el fin de saquear y hacer prisioneros que luego devolver a cambio de rescates. Se trataba de un verdadero modo de vida tanto para cristianos como para musulmanes, pero también sembraron el terror en ambos mundos ya que no entendían de paces entre reyes ni acuerdos de ningún tipo.

Fruto de muchas de estas cabalgadas, personas secuestradas hacia uno u otro lado de la frontera acababan por renegar de sus creencias y absorbían las del vecino, lo cual no es tan descabellado si se tiene en cuenta que en muchas ocasiones el estilo de vida entre unos y otros no era demasiado diferente en regiones fronterizas muy cercanas. Tanto es así que se conocen casos en que se comparten algunos elementos, como eran los pastos comunes, usados por ganaderías tanto musulmanas como cristianas ya que ambos se beneficiaban del comercio y la cría de ganado ovino trashumante.

Finalmente, y puesto que eran los cristianos quienes avanzaban hacia el sur, estos debieron establecer todo un complejo sistema de repoblación con que llenar los grandes espacios que quedaban vacíos a causa de las guerras. Establecer órdenes militares que garantizasen la seguridad de los nuevos vecinos, la creación del puesto del adelantado, que hacía de oficial militar a cargo de las tropas reales en regiones de frontera, o la exención de ciertos deberes serviles o de determinados impuestos fueron algunos de los más recurrentes.

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