LOS FUSILAMIENTOS DEL TRES DE MAYO – FRANCISCO DE GOYA (1814)


La Historia del Arte es siempre fuente del contexto histórico en el que se produce, y este es necesario para explicar obras como esta. Una de las obras más importantes de la Historia de nuestro país.

Nos remontamos un año atrás, Napoleón tiene bajo su poder buena parte de Europa occidental, pero España controla importantes puntos del Mediterráneo. Napoleón toma la decisión de transformar España en un estado satélite bajo su poder. En octubre de 1807, por el tratado de Fontainebleau se estipula una invasión conjunta de Portugal, una excusa para introducir tropas francesas en la península. En marzo de 1808 comienzan a incomodar las tropas y se descubren las intenciones del emperador francés. Carlos IV abdica en Fernando VII.

El 2 de mayo se produce un levantamiento popular contra los franceses en las calles de la capital, que se acaba extendiendo a muchas ciudades del país. Cantidad de ciudadanos fueron apresados y ejecutados como venganza del ejército francés al día siguiente en los alrededores de la ciudad, como la montaña del Principe Pío, lugar que refleja Goya en su obra.

El pintor aragonés fue acusado de afrancesado en varias ocasiones. Tenía motivos para serlo, confiaba en que las ideas liberales que habían triunfado en Francia años antes, calaran su país. Sin embargo, denunció abiertamente la barbarie que sufrieron sus compatriotas en obras como esta. El cuadro fue acabado en 1814, dos años después del final de la Guerra de la Independencia.

Como en tantas otras ocasiones, Goya es capaz de reflejar los horrores de la guerra y su crueldad. Las tropas francesas, a la derecha en la obra, son representadas absolutamente deshumanizadas, no aparecen sus caras, simplemente disparan, son “máquinas de guerra”. Por el contrario, los civiles españoles, a la izquierda, reflejan la barbarie del suceso, el miedo en los que esperan ser fusilados, el valor y la desesperación de los que apuntan las bayonetas, o el horror en los que yacen ya muertos. Destaca el personaje de blanco, pregonando inocencia y captando toda la atención del cuadro con toda la luz del foco centrada en él.

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