LA BATALLA DE PUEBLA


El 5 de mayo de 1862, hace 159, se dio en México una batalla que enfrentaría a la República Federal de México contra el Segundo Imperio Francés. El eje del conflicto fue el anuncio del presidente Benito Juárez con el respaldo del gobierno mexicano, de que su país no pagaría una deuda externa que ascendía a una cifra de 80 millones de pesos, esto irritó a las potencias europeas de la época a las que México debía la mayoría de ese dinero, estas eran Gran Bretaña, Francia y España, que en 1861 firmaron una alianza llamada “Convención de Londres” donde se proponían una serie de exigencias y restricciones al gobierno mexicano, principalmente económicas, que incluían el pago de la deuda y la protección de la propiedad privada de la población mexicana.

Viendo la dificultad de entablar un conflicto abierto con las principales potencias de la época, el gobierno de México dio un paso atrás con la ley, pero esto no disolvió los planes de intervención en el continente, por lo que la invasión siguió adelante con el objetivo de desembarcar en Veracruz en enero del año 1862. Las potencias enviaron un ultimátum al gobierno, ante esto, el presidente respondió con una invitación a solucionar el conflicto por vía diplomática, viendo el real peligro de una invasión al país mientras mandaba a edificar fortificaciones y defensas en torno a Puebla, cerca de Ciudad de México, designando para la tarea a Ignacio Zaragoza al mando de 10.000 soldados para resistir el avance.

Las negociaciones tuvieron éxito, con la firma de los tratados preliminares de la Soledad y el retiro de España y Gran Bretaña del conflicto, ya que estos vieron los intereses de Francia: el avance sobre territorio mexicano para la implantación de un gobierno monárquico afín a las políticas comerciales francesas, además de contrarrestar el creciente poder de los Estados Unidos en el ámbito mundial. Los 6.500 soldados franceses desembarcaron finalmente en Veracruz y avanzaron hasta Puebla para luego avanzar hacia a la Ciudad de México, donde los mexicanos estaban esperando y le plantaron batalla al ejército invasor el 5 de mayo del mismo año.

Al final del día, la batalla se saldó con una victoria mexicana, que, a pesar de eso, no logró evitar más victorias francesas alrededor de la campaña. De cualquier manera, esto representó que los países latinoamericanos no estaban completamente indefensos ante las políticas imperialistas de las potencias extranjeras, plantando una batalla contra un ejército mucho más profesional y aun así obteniendo la victoria, es por eso que hasta hoy en día el 5 de mayo se conmemora en México con desfiles y otras celebraciones en muchas ciudades, celebrando la primera vez que el ejército mexicano se enfrentó satisfactoriamente a una potencia extranjera.

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