JOSÉ ARTIGAS, HÉROE DE LA INDEPENDENCIA DE URUGUAY


José Gervasio Artigas (Montevideo, 1764-Paraguay, 1850), fue una figura clave en la independencia Uruguay. Miembro de una estirpe terrateniente y militar, se crio entre la élite social criolla. Sin embargo, los azares de la juventud le llevaron por otros caminos. En las tierras rurales de su familia trabó contacto con gauchos y cuatreros, adoptando su forma de vida errante y dedicándose al contrabando. Así desarrolló un gran conocimiento del pueblo y la geografía local, lecciones de gran valor para los años venideros en su lucha por la liberación.

A finales del XIX empieza su carrera militar en el ejército español. Sin embargo, tanto su origen criollo como la influencia de las ideas ilustradas y la Independencia de Estados Unidos, terminarían por decantarlo hacia la emancipación de la Banda Oriental, el territorio del actual Uruguay.

En 1808, los sucesos acaecidos en España a raíz de la intervención napoleónica en la península, crearon un vacío de poder en América del que surgieron juntas y organismos de poder en los que los patriotas criollos se fueron posicionando. El núcleo principal en la región del Río de la Plata era Buenos Aires. Allí había estallado la Revolución de Mayo en 1810. Artigas se unió al movimiento y viajó a Uruguay para encender la llama de la libertad. Pero Artigas luchaba por los intereses provinciales que chocaban con el centralismo bonaerense. Cuando los porteños llegaron a un entendimiento con los españoles y portugueses, Artigas tuvo que huir en una legendaria marcha en la que le acompañaron multitud de seguidores.

En 1815 Artigas regresó para tomar Montevideo aclamado como “El Protector”. Creó una Liga Federal y desarrolló una política de libre comercio y reparto de tierra. Estas medidas alarmaron a la oligarquía terrateniente y allanaron el terreno para una nueva intervención de portugueses y centralistas porteños. Artigas tuvo que recular al interior, donde continuó una guerra de guerrillas hasta que las derrotas le fueron restando apoyos y se vio obligado a exiliarse a Paraguay.

Allí moriría, acompañado por “el negro Ansina”, un esclavo cuya libertad había comprado y que se convertiría en su más fiel amigo. Nunca pudo pisar el suelo soberano de la patria por la que había luchado. Sin embargo, la independencia lograda en 1828, no habría sido posible sin su contribución.

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