GUERRA DE LAS COMUNIDADES: BATALLA DE VILLALAR (23 DE ABRIL DE 1521)
Cuando pensamos en una guerra, pensamos en las grandes
guerras que se llevaron a cabo en el mundo, pero a un español solo se le
ocurren dos: la Guerra Civil Española y la Guerra de las Comunidades. Hoy os
venimos a hablar de una guerra importante que se llevó a cabo dentro de la
Guerra de Comunidades.
El 23 de Abril de 1521, en la localidad que hoy en día es
conocida como Villalar de los Comuneros, tuvo lugar la batalla de Villalar.
Esta batalla, sin ser una de las grandes batallas de la historia de España, fue
la más significativa de la Guerra de las Comunidades que enfrentó las fuerzas
de la Junta Comunera con Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado al
frente y las fuerzas imperiales de Carlos I.
Pero para poder comprender las causas de esta batalla nos
tenemos que remontar a 1504, año en el muere Isabel la Católica y el país entra
en un periodo de inestabilidad política. En Octubre de 1517, un año después de
la muerte de Fernando el Católico, llega a España Carlos I tras haberse
autoproclamado rey de sus posesiones hispánicas.
Asistió a las primeras cortes sin hablar casi castellano, y
trajo junto a él un gran número de nobles y clérigos de Flandes, lo que supuso
una amenaza al poder de las élites sociales castellanas ya existentes. Este
descontento se extendió entre todas las capas sociales, apareciendo ese mismo
año las primeras protestas sociales en las iglesias que decían: «Tú, tierra de
Castilla, muy desgraciada y maldita eres al sufrir que un tan noble reino como eres,
sea gobernado por quienes no te tienen amor«.
En 1520, aprovechando la regencia de Adriano de Utrecht y la
ausencia de Carlos I del reino, estalla la revuelta comunera en Toledo, a la
que año se unen varias ciudades castellanas, entre las que se encontraban
Ávila, Toro, Segovia, Salamanca, Palencia, Medina del Campo, Valladolid o
Burgos. En Ávila, el 29 de julio se nombra general de la Junta Comunera a Juan
Padilla.
Los comuneros pensaron en Juana “la loca” como sustituta de
Carlos I, por lo que trasladan la junta a Tordesillas donde ésta se encontraba
prisionera. Ante la negación de Juana de aceptar la propuesta comunera, la
estrategia comunera cambió buscando en este caso la negociación con el bando
imperialista. Pero antes de que esta negociación se llevara a cabo, los nobles
vieron peligrar aún más sus puestos con todos los campesinos unidos a la
revuelta comunera, razón por la cual se cambiaron al bando imperialista.
Fue entonces cuando la verdadera guerra comenzó, primero con
la toma de Tordesillas y Burgos por parte del bando imperialista, y la toma de
Torrelobatón por parte del bando comunero. Ante el asedio de Torrelobatón,
Padilla se siente presionado por lo que se ve forzado a salir de su fortín en
busca de refuerzos.
En la lluviosa madrugada del 23 de abril de 1521 Padilla
sale de Torrelobatón al frente del ejército comunero hacia Toro, ciudad
perteneciente al bando sublevado. A la altura de Vega de Valdetronco el
ejército imperialista ya estaba cerca, por lo que ante la inevitable batalla,
Padilla decidió buscar un lugar favorable para la lucha, siendo Villalar el
lugar elegido.
El ejército comunero se encontraba en inferioridad, por lo
que forzó que la batalla se produjera dentro del pueblo, donde les dio tiempo a
instalar cañones en las distintas calles. Ante la incertidumbre inicial, varios
sublevados aprovecharon para huir de la batalla dejando el bando sublevado aún
más disminuido.
La batalla fue desigual y se convirtió en una gran masacre
que duró toda la tarde del 23 de abril. A la noche, únicamente sonaban los
gritos de algunos comuneros gravemente heridos que yacían en el campo mientras
eran rematados por el bando imperialista. Los cabecillas de la revuelta,
Padilla, Bravo y Maldonado, fueron apresados vivos y recluidos para ser
ejecutados un día después.
La noticia de la ejecución de los cabecillas corrió rápido
entre las ciudades levantadas, que poco a poco se van rindiendo, siendo Toledo
la única resistencia con María Pacheco, mujer de Padilla, al frente, aguantando
hasta junio de 1521. Siendo su caída el final de la Guerra de las Comunidades.
El 16 de julio de 1522, Carlos I regresó a España e instaló
su corte en Palencia. Con ello, la represión contra los ex-comuneros se
intensificó hasta que a finales de octubre se trasladase a Valladolid donde
promulgó el Perdón General el 1 de Noviembre de 1522, dando la amnistía a 293
comuneros, y terminando con la persecución.
Estos hechos fueron recordados durante siglos por dos
monolitos, ubicándose uno en la plaza de Villalar y otro en el lugar de la
batalla, y Villalar poco a poco fue adoptando en calificativo “de los
Comuneros”. Con el paso de los años, Villalar se comenzó a considerar la cuna
del nacionalismo castellano, así como símbolo de la lucha de los pueblos por la
libertad.
En el año 1821, Juan Martín Díez “El empecinado” organiza
con unos compañeros una expedición a Villalar en busca de los restos de
Padilla, Bravo y Maldonado. Pese a no llegar a encontrar nunca los restos de
los líderes comuneros, el día 23 de abril de ese mismo año celebran en la plaza
de Villalar el primer acto homenaje a los comuneros. Años más tarde, con el
nacimiento del sentimiento nacionalista, se celebra la primera Fiesta de los
Comuneros el 23 de abril de 1889.
En 1920 el Ayuntamiento de Santander propuso por primera vez
que las corporaciones castellanas celebrasen el 23 de Abril el cuarto
centenario de los Comuneros de Castilla, y años más tarde se intentó que esta
celebración tuviera un carácter anual, pero con las dictaduras de Primo de
Rivera y Francisco Franco esta celebración quedaría relegada a un ambiente
clandestino.
A comienzos de la década de los 70, coincidiendo con las
primeras actividades antifranquistas se funda en Valladolid la librería
Villalar, cuyo nombre homenajea simbólicamente las libertades castellanas. En
esta librería se presentaría ese mismo año el poema «Los Comuneros» escrito por
Luis López Álvarez, obra que se convirtió en referencia del autonomismo
castellano. Este poema fue adaptado en 1976 por el grupo folk Nuevo Mester de
Juglaría, y «Castilla: Canto de Esperanza«, el último tema de ese disco
homenaje, se convertiría en el himno oficioso de Castilla.
En 1976 se convoca de forma clandestina la primera
concentración en Villalar de los Comuneros tras más de 40 años, llegándose a
concentrar 400 personas convocadas por el Instituto Regional Castellano-Leonés.
En aquella ocasión los congregados fueron disueltos por la Guardia Civil, pero
un año más tarde esta concentración se repetiría concentrando cerca de 20.000
personas.
A finales de los 70 y principios de los 80 esta celebración
alcanzó su máximo esplendor, llegando a congregar a cerca de 200.000 personas,
convirtiéndose en un hecho referente del sentimiento comunero y el sentimiento
castellano. No sería hasta el año 1986 cuando el 23 de Abril por fin alcanzaría
su carácter oficial pasando a convertirse en el día de la comunidad de Castilla
y León.
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