BATALLA DE STALINGRADO
La batalla de Stalingrado fue un enfrentamiento de la Segunda Guerra Mundial, entre Alemania y sus aliados y la URRS. Se desarrolló del 21 de agosto de 1942 al 2 de febrero de 1943, siendo considerada la batalla más sangrienta de la historia de la humanidad. La causa de la guerra fue el contratiempo que supuso la resistencia de Leningrado y la contraofensiva soviética desde Moscú. Viendo esto, los alemanes decidieron atacar Stalingrado para dirigirse a los campos petrolíferos del Cáucaso, sin esperar lo que iba a suceder.
La batalla comenzó con
un gran avance alemán, el cuál pretendía tomar la ciudad en apenas un mes. La
Luftwaffe bombardeó la ciudad intensamente, pero esto sólo provocó más
problemas al ejército invasor. Con la ciudad en ruinas el avance de los tanques
alemanes era extremadamente difícil, por lo que la batalla se redujo a combates
callejeros entre ambos bandos, luchando por cada centímetro de la ciudad. El
estado de la ciudad proporcionaba una posibilidad perfecta para el uso de los
francotiradores como arma ofensiva. Estos hombres y mujeres se convirtieron en
el terror de los alemanes. Pese a la dificultad del avance y a la dureza del
combate, los alemanes lograron empujar a los soviéticos al río Volga, quedando
las fuerzas soviéticas reducidas a una pequeña zona. A través de esta posición
llegaban los suministros y los refuerzos soviéticos utilizando el río Volga. Todo
parecía perdido hasta que, con la llegada del invierno, las tropas rusas
lanzaron un contraataque, envolviendo al 6º Ejército alemán, el cuál resistió
100 días hasta la rendición de su comandante, Friedrich Paulus.
Las consecuencias de
esta batalla fueron las innumerables pérdidas por parte de ambos bandos,
llegando a los dos millones de bajas, contando militares y civiles. Aparte,
esta derrota supuso un punto de inflexión en el Frente Oriental de la guerra,
ya que Alemania pasó a la defensiva y no dejó de retroceder hasta la toma de
Berlín en 1945.
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